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lunes, 17 de febrero de 2014

CRÓNICA ARTÍSTICA de la ESCUELA PALMESANA: Pintura. BASILIO ESCUDERO, la fuerza de la mancha


Basilio Escudero, paisajista e impresionista figurado, es un claro ejemplo de cómo enfrentarse al luminoso paisaje mallorquín. Muchas son sus virtudes como pintor: la olivera, los estanques, su maravillosa paleta de verdes, los almendros, la marina, las flores, sus torrentes… sin embargo en el presente escrito es de interés hablar sobre aquel ejercicio aparentemente sencillo, aunque extremadamente técnico, que requiere un gran dominio del color y del pincel, y que con tanto talento Basilio ejecuta: la mancha.

Oriundo de Cuenca y afincado en Mallorca por vocación la mayor parte de su vida, fue precisamente en esta isla donde despertó la afición por la pintura. A fuerza de tenacidad, un innato talento y muchas horas robadas al descanso una vez salía de trabajar y corriendo se dirigía a lo que quedaba de clase, allá donde había algo que aprender, como en los estudios de Coll Soto Mayor, o Xim Torrens Lladó, además de contar con la inestimable compañía de Onofre Prohens que fue su primer mentor. Así, entre estudios, juventud y una marcada necesidad autodidacta, Escudero fue adquiriendo el estilo y arte que tantos éxitos y reconocimientos le han merecido hasta la fecha, consolidándose como una figura imprescindible de esa “olvidada” escuela de artistas nucleada en la ciudad de Palma.

La mancha (nombre que se asocia a un cuadro inacabado, tan solo encajado y planteado en su estructura base) es un suspiro, un delirio espontáneo que casi necesita de trance para su ejecución. Es quizás la manera más oriental que tenemos los pintores occidentales para acercarnos a la filosofía estética del Zen, o del Tao. Es robarle un instante al momento, dejarte llevar y fluir con el pincel hasta robar el alma de aquello que pintas. Basilio es, parafraseando verdades taoístas, como el agua. Corre, fluye, da vida, profundiza y refleja la luz con tornasolados colores. Verlo “manchar” es como ver correr el agua en un río. Rápida y calma, con fuerza y con delicadeza. Es la unidad en el antagonismo del movimiento y la sensación.
Como maestro tiene la deferencia de ralentizar el pincel cuando lo observas y te enseña. Como artista, cuando pinta exiliado de la docencia, ni le ves la mano, y antes de poder decir un “cómo” o un “espera” el alma del lienzo ya ha hecho acto de presencia.

Basilio es uno de esos pintores preñados de experiencias y anécdotas… y cuadros,  humilde aunque con temperamento manchego, amigo de sus amigos y de la naturaleza de las cosas bellas. Como amigo y maestro solo tengo elogios que pronunciar sobre él y sobre su pintura. Forma parte de una generación de pintores que supo dignificar y hermanar la pintura al grado de poesía, convirtiéndose en uno de los últimos paisajistas que tanto tuvieron que decir sobre la luz y los colores de Mallorca, y cuyo relevo generacional es ignoto y más bien estéril ante la modernidad del arte contemporáneo.

Quizás ya nunca más vuelvan a haber pintores como aquellos, como él… heraldos comprometidos con la belleza de una isla.

Aquí tenéis una muestra de sus manchas:

Óleo sobre tela. © Basilio Escudero
Óleo sobre tela. © Basilio Escudero 
Óleo sobre tela. © Basilio Escudero
Óleo sobre tela. © Basilio Escudero

• Gil Miró

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