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viernes, 28 de marzo de 2014

CRÓNICA ARTÍSTICA de la ESCUELA PALMESANA: Pintura. ONOFRE PROHENS, cuando la luz se viste de color


Definir a Onofre Prohens es ardua tarea, pues encierra en su persona y trayectoria el perfil de un artista renacentista, un raro espécimen de estética conciencia, amante incondicional del Arte en toda su expresión y diversificación. Prohens es músico, bailarín, ceramista, decorador, anticuario… pero ante todo pintor.
Su pintura es reconocida internacionalmente y es uno de nuestros embajadores más admirados y queridos. Pero lejos de la reputación y la algarabía de la fama, de los pífanos plateados que llaman a palacio, está la persona, el artista que soñó con luces y colores, y se despertó con un pincel en la mano, la mejor herramienta para expresar su creativa y apasionada belleza interior.


Formado de la mano y en compañía de muchos grandes: Ventosa, Casimiro Martínez, Tarrassó, Carrión, Soto Mayor, P. Quetglas o Xim Torrens, Prohens recibe una formación inmejorable en un ambiente ya histórico y legendario para el mundo del arte mallorquín.
Cual Villa Careggi, su entorno, plagado de artistas y locos creadores; de su inseparable Basilio; de admiradores devotos; de protectores y amigos de capa y espada, hacen recordarnos un instante florentino a orillas del Mediterráneo más occidental.

Su obra es luz y color. De la mano de la escuela impresionista, fusionada con aires postimpresionistas que nos recuerdan a Cezànne (parafraseando a nuestro querido Mascaró Pasarius), las pinturas de Prohens poetizan entre cromatismos, fuerza y luminosidad, el paisaje mallorquín más delicado y hermoso. Su querida Valldemossa, sus marinas, sus flores multicolor de acentuada expresión, sus “esquitxos” de indomable movimiento, sus damas de virginal delicadeza y sus buganvilias, que si pudieran hablar mencionarían su nombre como el de un ferviente admirador que ha sabido ensalzarlas por encima del reino vegetal, al mundo y estatus del Arte... hacen de todo ello que su legado sea exquisito y un espectacular ejemplo para, y sobre nuestra cultura.



Onofre no solo despierta mi admiración como maestro y amigo, sino como un ejemplo de libertad corporativa, propia del artista que todos llevamos dentro, enamorado de las cosas bellas de este mundo, de las buenas compañías, del saber vivir y el saber estar. Un esteta venido a más con el correr de los años que es un claro exponente de la escuela paisajista palmesana y del aparentemente olvidado sentido estético del ARTE.

Si le preguntas por su trabajo, siempre te asaltará aquel niño que soñó con luces y colores, en una emergente y prometedora ciudad de Palma, y despertó con un pincel entre sus manos… a orillas del Mediterráneo.

Aquí tenéis una muestra de su trabajo:

Óleo sobre tela. Inacabado.

Óleo sobre tela.

Óleo sobre tela.

Óleo sobre tela.


• Gil Miró

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